🎲 Juegos para Fomentar el Lenguaje en Niños con TEA
🧩 Introducción al juego como herramienta terapéutica
El juego es mucho más que una forma de entretenimiento: es una vía natural y poderosa de aprendizaje. Para los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA), el juego no solo representa un momento de esparcimiento, sino una herramienta clave para desarrollar habilidades fundamentales, especialmente las relacionadas con el lenguaje, la comunicación y la interacción social.
Jugar implica explorar, ensayar, descubrir y compartir. A través de las actividades lúdicas, los niños pueden adquirir nuevas palabras, imitar sonidos, practicar turnos en la conversación, aprender a hacer pedidos, expresar emociones y comprender cómo funcionan las interacciones humanas. Esto se da incluso cuando el lenguaje verbal no está presente: el juego permite desarrollar formas alternativas de comunicación como los gestos, las miradas, el uso de objetos, los pictogramas o la tecnología asistiva.
El uso terapéutico del juego parte de un principio fundamental: respetar el estilo, los intereses y el ritmo del niño. Muchos niños con TEA se sienten más cómodos con juegos repetitivos, sensoriales o solitarios. La clave está en entrar a su mundo de juego desde el acompañamiento respetuoso, sin forzar, y con propuestas que inviten a compartir, explorar y conectar desde lo que les gusta.
Además, los juegos estructurados permiten trabajar de manera gradual objetivos como:
Estimular el lenguaje verbal y no verbal, incluyendo sonidos, palabras, frases o gestos significativos.
Fomentar la comprensión de instrucciones simples o secuenciadas, ayudando al niño a seguir rutinas, órdenes o consignas.
Desarrollar habilidades sociales básicas, como compartir, esperar turnos, mirar al otro o responder a una acción.
Expandir el vocabulario funcional, es decir, las palabras que el niño necesita para su vida diaria (comida, objetos, lugares, acciones).
Aumentar la atención conjunta, que es la capacidad de enfocarse en un objeto o actividad junto a otra persona, un paso clave para aprender a comunicarse.
Cuando el juego se acompaña de apoyos visuales, tiempos previsibles y materiales adecuados, se transforma en una experiencia segura, placentera y profundamente significativa. Por eso, esta sección de MiRutaTEA está pensada para ofrecerte ideas prácticas, materiales imprimibles y actividades adaptadas a diferentes niveles de comunicación.
Ya sea en casa, en la escuela o en un espacio terapéutico, jugar puede ser el primer paso para construir puentes de lenguaje, vínculo y comprensión. Y sobre todo, para demostrarle a cada niño que su forma de comunicarse —sea cual sea— merece ser escuchada, valorada y celebrada.


❗Problemas comunes en el juego comunicativo
El juego es mucho más que un pasatiempo o una forma de entretenimiento: es una vía esencial para que los niños comprendan el mundo, desarrollen habilidades cognitivas y, sobre todo, se comuniquen con los demás. Para los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA), el juego representa una oportunidad de aprendizaje muy valiosa, pero a la vez puede convertirse en una fuente de dificultades. Muchas veces, el juego no aparece de manera espontánea, o no responde a los esquemas sociales que como adultos esperamos. Puede suceder que el niño juegue de forma repetitiva, no invite a otros a participar, no comparta objetos, o simplemente no parezca interesado en jugar. Pero eso no significa que no pueda o no quiera conectarse: significa que necesita otra forma de hacerlo. Por eso es clave comprender los desafíos particulares que pueden surgir en el juego comunicativo, así como descubrir maneras respetuosas, empáticas y prácticas de acompañarlo. Cuando se logra esto, cada momento de juego se transforma en un puente hacia la conexión emocional, el lenguaje compartido y la inclusión auténtica.
En esta sección te presentamos algunos de los problemas más frecuentes que suelen aparecer durante el juego con niños con TEA, junto con estrategias pensadas desde el respeto, la observación y el acompañamiento consciente. Estas propuestas pueden aplicarse tanto en casa como en espacios educativos o terapéuticos, siempre adaptándose a los tiempos, gustos y necesidades de cada niño.
🧸 Problema 1: El niño no inicia el juego ni muestra interés
Uno de los primeros obstáculos que muchas familias notan es que su hijo no parece interesado en jugar, o no toma la iniciativa para comenzar una actividad lúdica. Esto puede generar preocupación o tristeza, especialmente cuando los adultos intentan ofrecerle juguetes que, en apariencia, deberían resultarle atractivos. Sin embargo, es importante entender que el juego espontáneo y simbólico —como dar de comer a una muñeca o hacer “como si” con una taza— no siempre surge en los mismos tiempos ni de la misma forma en niños con TEA. Su forma de explorar puede ser más sensorial, repetitiva o centrada en ciertos detalles que para otros pasan desapercibidos, como girar una rueda o alinear objetos.
🔑 Solución: El primer paso es observar atentamente y sin juicio. Prestá atención a qué cosas le llaman la atención: puede ser una luz intermitente, una textura suave, un sonido particular o el movimiento de un objeto. A partir de ahí, construí pequeñas oportunidades de juego que partan de ese interés genuino. Por ejemplo, si se interesa por una rueda giratoria, podés girarla vos también y comentar lo que sucede, o presentarle otros objetos que giren. Es importante evitar imponer un tipo de juego que no le resulte natural. En vez de eso, entrá a su mundo desde la curiosidad y la presencia, validando su forma de jugar como punto de partida. Con el tiempo, ese intercambio se va ampliando, y desde allí se puede empezar a incluir lenguaje, turnos e imitación.
⏳ Problema 2: No sostiene la atención o cambia de actividad muy rápido
Otra situación habitual es que el niño pase de una actividad a otra de forma muy rápida, sin permanecer el tiempo suficiente en una propuesta como para que pueda convertirse en una experiencia comunicativa. Esto puede deberse a múltiples factores: desde una baja tolerancia a la espera, hasta una dificultad para organizar la secuencia de acciones necesarias dentro de un juego. También puede estar relacionado con una hipersensibilidad sensorial o con la necesidad de movimiento constante para autorregularse.
🔑 Solución: En estos casos, es fundamental ofrecer juegos muy breves, estructurados y con objetivos concretos y visibles. Propuestas como encajar piezas por color, lanzar una pelota y decir una palabra, buscar figuras en una lámina o seguir una secuencia con imágenes pueden ser más efectivas que juegos largos o abstractos. Usar apoyos visuales (como pictogramas o fotos) para anticipar lo que se va a hacer y lo que viene después ayuda a organizar la atención y reducir la ansiedad. Además, es importante celebrar cada paso logrado, aunque el niño juegue solo por unos segundos. Ese pequeño momento compartido es ya un logro que se puede ir extendiendo de forma progresiva. Recordá que el foco no está en “que se quede jugando mucho rato”, sino en que se sienta seguro, comprendido y acompañado en el tiempo que pueda compartir.
🗣️ Problema 3: No repite sonidos ni imita palabras
Uno de los objetivos más frecuentes en el juego con niños con TEA es estimular la producción verbal, pero muchas veces el niño no repite las palabras, sonidos o gestos que se le proponen. Esta falta de imitación no debe interpretarse como desinterés o rebeldía, sino como una manifestación del perfil neurológico del niño, que tal vez requiere más tiempo, motivación o caminos alternativos para llegar a esa instancia. Es probable que esté observando, procesando, o incluso imitando internamente sin que eso se vea de inmediato. La imitación verbal es una capacidad compleja, que implica atención, intención comunicativa y confianza emocional.
🔑 Solución: En lugar de insistir para que el niño repita palabras, lo mejor es convertir los sonidos en una parte divertida y predecible del juego. Usá títeres que hagan sonidos de animales, juguetes que emitan ruidos llamativos o simplemente jugá con tu propia voz exagerando sonidos como “¡bum!”, “¡guau!”, “¡tic-tac!”. Estos sonidos pueden convertirse en señales de inicio de juego, en parte de una rutina musical o en respuestas a acciones concretas. Por ejemplo, si hacés rodar un auto, podés decir “¡brum brum!” cada vez, y luego hacer una pausa esperando que el niño complete la secuencia. Aunque no lo haga enseguida, está recibiendo un modelo claro, repetitivo y sin presión. A largo plazo, esto fortalece el desarrollo fonológico, el deseo de participar y la comprensión del lenguaje como forma de interacción, no como una exigencia aislada.










🧩 Juegos para niños no verbales
🎯 Tableros de elección y comunicación visual
Los tableros de elección constituyen una puerta fundamental para iniciar interacciones comunicativas en niños que aún no utilizan el lenguaje verbal. Estos recursos visuales, ya sean pictogramas, fotos reales o dibujos simples, permiten representar opciones concretas del entorno del niño (comida, juguetes, actividades, personas). El uso sistemático de estas imágenes facilita que el niño pueda expresar sus elecciones sin necesidad de hablar.
El adulto presenta dos o más opciones (por ejemplo, un pictograma de una pelota y otro de una tablet) y observa atentamente si el niño mira, señala o toca alguna. Cada elección se celebra como un acto comunicativo valioso. Si el niño ya usa el sistema PECS, puede tomar la tarjeta y entregársela al adulto, iniciando así un intercambio visual que refuerza su autonomía y su capacidad de expresar deseos, necesidades o intereses. A través de este tipo de dinámicas, el niño aprende que su comunicación tiene efecto, lo cual lo motiva a repetir la acción y seguir aprendiendo nuevos códigos. Además, este método puede implementarse también durante las rutinas diarias: al elegir la ropa, el desayuno o el juego de la tarde, convirtiendo cada momento en una oportunidad de aprendizaje comunicativo.
🤸 Juegos de acción con gestos: movimiento como lenguaje
El cuerpo es una poderosa herramienta para expresarse cuando las palabras aún no aparecen. Por eso, los juegos que involucran gestos, movimientos corporales y acciones simples se convierten en aliados imprescindibles para estimular la comunicación no verbal. Actividades como “Saltar al ritmo del tambor”, “Aplaudir cuando terminamos una ronda” o “Empujar el carrito cuando decimos tres” no solo generan alegría, sino que permiten al niño anticipar lo que viene, responder con una acción, e incluso crear rutinas comunicativas.
Cada pequeño gesto —como levantar la mano, imitar un movimiento, mirar a los ojos, o emitir un sonido en el momento esperado— debe ser validado y reforzado como una forma legítima de comunicación. Este tipo de interacción ayuda a que el niño sienta que es parte activa del juego, que sus respuestas son reconocidas, y que puede participar a su manera. Con el tiempo, estas acciones pueden formar parte de juegos más complejos que combinan música, turnos, señales visuales y dinámicas de grupo, promoviendo el desarrollo social y emocional.
🎁 Cajas sensoriales: una experiencia de exploración y expresión
Las cajas sensoriales son espacios mágicos donde la exploración se convierte en una forma de comunicación. Se trata de contenedores llenos de materiales que estimulan los sentidos: texturas variadas (papel arrugado, tela suave, arroz, gel), luces y colores brillantes, sonidos suaves (como cascabeles o tubos de viento), y olores (como esencias o hierbas aromáticas).
Cuando el niño interactúa con estos objetos, se generan oportunidades naturales para que exprese placer, sorpresa, disgusto o interés. El adulto debe estar atento a esas reacciones, modelando palabras o gestos asociados: “¡Está frío!”, “¡Mirá cómo brilla!”, “¡Hace ruido!”. Incluso si el niño no responde verbalmente, puede vocalizar, reír, tocar con cuidado o rechazar un objeto, y todas esas son respuestas válidas que indican una intención comunicativa. Este tipo de actividad también ayuda a identificar preferencias sensoriales, lo que puede guiar futuras estrategias educativas o terapéuticas personalizadas.
🗣️ Juegos para lenguaje limitado
🧠 Dominó de palabras: imágenes simples para nombrar y aprender
El dominó con palabras e imágenes es un clásico adaptado al trabajo del lenguaje. Las fichas muestran ilustraciones claras de objetos cotidianos (frutas, animales, transportes, elementos del hogar) junto a su nombre escrito. El objetivo no es competir, sino construir juntos una cadena de fichas mientras se nombra lo que aparece. Si el niño aún no puede decir la palabra completa, se puede reforzar con sílabas, sonidos iniciales o gestos asociados.
Además, este juego permite trabajar secuencias (“el auto va después del camión”), clasificaciones (“todos los animales juntos”), y estructuras simples (“yo tengo una vaca”, “te doy la flor”). La interacción puede ir desde el nombrar hasta inventar mini historias con las fichas: “La vaca viaja en el tren”, “El perro va a la casa”, promoviendo así la creatividad y el desarrollo lingüístico desde la experiencia.
📖 Historias con imágenes: narrativa visual y lenguaje funcional
Contar historias a partir de imágenes ayuda a desarrollar habilidades de secuenciación, organización mental y expresión verbal. Podemos usar tarjetas que muestren rutinas diarias (levantarse, lavarse la cara, desayunar) y pedirle al niño que ordene las acciones según su lógica. Luego, el adulto puede narrar la historia mientras el niño la representa o la completa con gestos y palabras.
También se pueden utilizar fotos del propio niño realizando estas acciones, lo cual genera una conexión emocional más fuerte y facilita la identificación con el relato. Con práctica, los niños pueden comenzar a contar ellos mismos la historia, incorporando frases más largas, detalles y emociones: “Después comí pan”, “Me lavé las manos porque estaban sucias”, “Mamá me ayudó a vestirme”.
🎶 Canciones con acciones: integrar palabra, ritmo y movimiento
La música y el movimiento son aliados naturales del lenguaje. Canciones como “Cabeza, hombros, rodillas y pies” permiten al niño asociar palabras con partes del cuerpo a través del movimiento. Otras canciones, como “La vaca Lola” o “Los deditos bailan”, integran sonidos, ritmo, secuencias y gestos, creando una experiencia multisensorial que favorece la imitación y la anticipación.
Cantar con el niño, modelar los movimientos, repetir los gestos y celebrar cada intento refuerza no solo la pronunciación, sino también la comprensión auditiva, la memoria y la conexión social. Si el niño no puede seguir la letra completa, puede aplaudir, señalar, reír o emitir sonidos, y todo eso es parte del proceso comunicativo.
🧠 Juegos para lenguaje fluido
🎭 Juego de roles: simulando la vida real con creatividad
A través del juego de roles, el niño pone en práctica todo su repertorio lingüístico. Jugar a la “tiendita” permite usar frases como “¿Cuánto cuesta?”, “Dame una manzana, por favor”. En el “consultorio del doctor”, puede decir “Me duele la panza”, “¿Dónde está la medicina?”. Estos escenarios cotidianos ayudan a consolidar estructuras gramaticales, expandir vocabulario temático y mejorar la fluidez.
También se trabajan habilidades sociales como negociar, ceder, preguntar, agradecer o consolar. El adulto puede asumir diferentes personajes o simplemente acompañar, dejando que el niño lidere la historia. Cuanto más realistas sean los objetos (una caja como mostrador, un teléfono de juguete, una bata de médico), más inmersivo será el juego y más se enriquecerá el lenguaje.
🔗 Cadena de palabras: asociación libre y vocabulario temático
Este juego estimula el pensamiento semántico y la fluidez verbal. Comienza con una palabra, como “pan”, y el niño debe decir otra relacionada: “manteca”, “desayuno”, “tostadora”. Cada asociación se refuerza con una breve explicación: “¡Claro, el pan se pone en la tostadora!”. Este juego puede hacerse con dibujos, palabras escritas o verbalmente, adaptando el nivel de dificultad.
También se puede jugar en rondas, ideal para grupos o sesiones en familia, lo que promueve el respeto por los turnos y la escucha activa. Además, se puede usar para trabajar categorías específicas (animales, comidas, transportes), ayudando al niño a clasificar y organizar su vocabulario mental.
❓ Juegos de preguntas y respuestas: comprensión activa
Usar tarjetas con preguntas simples como “¿Qué hace?”, “¿Dónde está?”, “¿Quién lo tiene?” permite trabajar no solo la comprensión verbal, sino también la formulación de respuestas completas. Con imágenes, se pueden construir historias (“¿Qué le pasa al gato?” – “Está durmiendo”), y con objetos reales, practicar la identificación y descripción (“¿Dónde está la cuchara?”, “¿Para qué sirve la escoba?”).
Este tipo de juego fortalece el pensamiento lógico, la construcción de oraciones y el uso de conectores. A medida que el niño avanza, se pueden incorporar preguntas más abstractas o abiertas (“¿Por qué está triste el niño?”, “¿Qué harías si se pierde tu juguete?”), promoviendo el lenguaje reflexivo y la empatía.
🤝 Juegos cooperativos y sociales
🏗️ Torre de turnos: lenguaje en acción
Construir una torre por turnos con bloques, fichas o vasos plásticos permite trabajar simultáneamente el lenguaje, la paciencia y la atención conjunta. Cada turno puede acompañarse con una palabra: “Rojo”, “Mi turno”, “Uno más”, o frases: “Pongo el mío arriba”, “Ahora vos”. Este tipo de dinámica favorece la regulación emocional, el respeto por el otro y el uso del lenguaje en contextos reales.
El adulto puede introducir variantes, como desafíos (“poné el bloque sin que se caiga”), reglas (“solo colores iguales”), o cambios de roles. Cuanto más motivante sea la dinámica, más predispuesto estará el niño a participar y hablar.
🙂 Imitación de emociones: construyendo empatía verbal y no verbal
A través de tarjetas con caritas, muñecos con expresiones o simplemente usando un espejo, se pueden representar emociones y practicar cómo se ven, se sienten y se nombran. Se puede decir “Estoy enojado” con la cara fruncida, o “Estoy feliz” con una gran sonrisa. Luego, se puede jugar a adivinar: “¿Cómo me siento ahora?”, o inventar situaciones que generen emociones (“El helado se cayó”, “Ganaste un regalo”).
Este tipo de juego permite ampliar el vocabulario emocional, identificar señales en el cuerpo y comenzar a empatizar con los demás, habilidades fundamentales para la comunicación efectiva.
🎒 La bolsita mágica: vocabulario, turnos y creatividad
La famosa bolsita mágica es un recurso flexible, adaptable a cualquier edad o nivel. Se llena con objetos variados (cotidianos, escolares, juguetes, sorpresas) y se invita al niño a sacar uno sin mirar. Luego, se lo nombra, se describe, se inventa una historia o se comparte con otro. El juego puede variar: “¿Para qué sirve?”, “¿Qué parte del cuerpo lo usa?”, “¿Con qué rima?”, fomentando así múltiples dimensiones del lenguaje.
También puede utilizarse para trabajar emociones (“saco algo que me gusta”), clasificaciones (“cosas que van en la cocina”), o narrativas (“este objeto apareció en una isla mágica…”). El niño participa activamente, escucha a otros y crea, lo cual enriquece profundamente su lenguaje y sus habilidades sociales.
🌟 Recomendaciones para padres y cuidadores: cómo acompañar con amor, paciencia y juego significativo
Criar, acompañar y estimular a un niño con dificultades en la comunicación, ya sea no verbal, con lenguaje limitado o en pleno desarrollo, implica una gran dosis de sensibilidad, observación y conexión emocional. No se trata de enseñar de manera rígida ni de imponer un modelo adulto, sino de entrar en el mundo del niño y construir, desde ahí, puentes afectivos y comunicativos. Aquí te dejamos una guía extensa con recomendaciones que pueden ayudarte a hacer del juego y la interacción un momento valioso y enriquecedor para ambos.
🧠 1. Seguí siempre el interés del niño, no el del adulto
Uno de los principios más poderosos en la estimulación del lenguaje y la conexión emocional es seguir la motivación interna del niño. Si un niño muestra interés por los autos, los trenes, los dinosaurios o por ver cómo caen las gotas de agua en una pileta, ese es el camino. Jugar desde lo que le apasiona —aunque parezca repetitivo o poco “educativo” a ojos del adulto— permite que el niño se sienta comprendido, valorado y dispuesto a participar.
Evitá imponer juegos o actividades con la expectativa de “enseñar algo”. Más bien, descubrí lo que le gusta y sumate desde el respeto y la curiosidad.
😊 2. Reforzá siempre con elogios genuinos, afecto y sonrisas
Los niños aprenden más cuando se sienten seguros, reconocidos y queridos. Un simple “¡Muy bien!”, una sonrisa cálida o un aplauso suave pueden tener más impacto que una corrección constante o una exigencia. El refuerzo positivo no necesita ser exagerado ni artificial; basta con validar cada esfuerzo del niño, incluso si aún no logra hacer lo esperado.
Cuando el niño se siente acompañado y celebrado en sus pequeños logros, aumenta su motivación para participar, comunicarse y explorar.
🗣️ 3. Usá un lenguaje claro, pausado y modelador
Los adultos son modelos de lenguaje: cada palabra, gesto o expresión que usás es una invitación para que el niño escuche, observe e intente imitar. Por eso, es importante hablarle de forma clara, con frases cortas y pausadas, adaptadas a su nivel de comprensión.
No hace falta corregir si algo no se dice “bien”; en cambio, podés repetir lo que el niño dijo usando una versión más completa o correcta, como una forma de mostrarle sin presionar. Por ejemplo: si el niño dice “agua”, podés responder “Sí, querés tomar agua” o “¡Qué rica el agua!”. Así, ampliás su lenguaje sin generar ansiedad o frustración.
🎲 4. Jugar todos los días: mínimo 10 a 15 minutos de calidad, sin pantallas
El tiempo de juego con el adulto es una oportunidad de oro para fortalecer el vínculo afectivo y estimular el desarrollo. No es necesario jugar durante horas ni usar juguetes caros o sofisticados. Basta con dedicar entre 10 y 15 minutos diarios a una interacción real, sin pantallas, donde el adulto se entregue de forma completa: sin celular, sin distracciones, con el corazón presente.
Ese momento especial puede incluir juegos con bloques, títeres, canciones, burbujas, pelotas o simplemente juegos de miradas, escondidas o rimas. Lo importante no es la cantidad, sino la calidad del encuentro. Una interacción auténtica, cara a cara, genera más impacto que cualquier video educativo.
🔁 5. Repetir sin aburrir: las rutinas dan seguridad
Los niños, especialmente aquellos con desafíos comunicativos, necesitan previsibilidad. Jugar a lo mismo varias veces no significa que no aprendan; todo lo contrario. La repetición es la base de la anticipación, la comprensión y la adquisición del lenguaje.
Establecer pequeñas rutinas de juego ayuda al niño a sentirse más confiado y le permite anticipar lo que viene, participar con mayor iniciativa y experimentar un sentido de logro. No temas repetir los mismos juegos, canciones o frases: ese “más de lo mismo” puede estar lleno de aprendizajes invisibles.
💞 6. Validá cada forma de comunicación, aunque no sea verbal
Muchos niños se comunican a través de gestos, miradas, vocalizaciones, movimientos o incluso con el cuerpo entero. Reconocer estas formas de expresión como válidas es fundamental. No esperes siempre palabras: si el niño señala, te lleva de la mano, sonríe, te mira o hace un sonido, ahí está comunicando.
Respondé a esas señales con entusiasmo, palabras y acciones. Esa validación les enseña que su voz —aunque no sea hablada— tiene valor, y que pueden confiar en que serán comprendidos.
🌈 7. Respetá los tiempos del niño: no todos aprenden igual
Cada niño tiene un ritmo único. Algunos avanzan rápidamente, otros necesitan más tiempo. Evitá las comparaciones con hermanos, compañeros o primos. En lugar de mirar lo que “falta”, centrate en lo que ya logra.
El desarrollo del lenguaje y la comunicación no siempre es lineal, y muchas veces hay avances sutiles que merecen ser celebrados: una mirada más sostenida, una palabra nueva, una mayor participación en el juego. Todos son pasos importantes hacia una mayor conexión con el mundo.
👥 8. Involucrá a toda la familia en el proceso
La estimulación no depende solo del padre o la madre. Hermanos, abuelos, tíos, cuidadores o docentes pueden y deben ser parte del proceso. Cuanto más entornos comunicativos y afectivos tenga el niño, más oportunidades habrá para aprender.
Compartí con tu entorno estas recomendaciones, explicales cómo pueden sumarse desde el juego, el lenguaje claro y el afecto. Cuando toda la red acompaña de forma coherente, el niño se siente más seguro y sostenido.
📚 9. Consultá con profesionales, pero hacé del hogar un espacio terapéutico
La terapia con fonoaudiólogos, psicopedagogos u otros especialistas es valiosa, pero el hogar es el escenario cotidiano donde se construye el lenguaje y la autonomía. Cada momento del día —bañarse, vestirse, comer, salir a pasear— puede convertirse en una oportunidad para modelar lenguaje, jugar con sonidos, nombrar emociones y fortalecer la conexión.
El juego es una forma de terapia amorosa que está al alcance de todos. No necesitás ser experto: necesitás estar presente, disponible y dispuesto a conectar.
✨ En resumen:
El juego, el lenguaje y el vínculo afectivo se nutren mutuamente. Acompañar a un niño en su camino comunicativo es una tarea desafiante, pero también profundamente hermosa. Desde el respeto, la paciencia y el amor, se pueden construir puentes de entendimiento que transforman la vida de toda la familia.
🌻 "No se trata de enseñarles a hablar como los demás, sino de ayudarlos a que puedan decir lo que sienten, piensan y necesitan... a su manera, a su tiempo, con su voz."


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